lunes, 18 de noviembre de 2024


Los Congresos del PSOE tienen magia

Rafael Simancas


     Hace unos días, una jovencísima concejala socialista de la ciudad de Madrid, María Caso, compartía con un grupo de compañeros su ilusión por participar en el que será su primer congreso del PSOE. Con ese brillo en los ojos que solo aportan las primeras experiencias en la militancia política, María daba voz a una convicción muy asentada entre los socialistas y en buena parte de la sociedad española: en los congresos del PSOE siempre ocurren cosas, cosas memorables, cosas que incitan, que adelantan, que empujan cambios transcendentes. La magia de la política. 

    Casi al mismo tiempo, el consejo de redacción de la revista TEMAS dedicaba una reunión al editorial del número sobre las “utopías posibles”, a modo de umbral para ese congreso socialista que se celebrará durante los días 29, 30 de noviembre y 1 de diciembre en la ciudad de Sevilla. La utopía posible puede parecer para muchos tan solo un oxímoron, un error gramatical, una contradicción en sus términos. Para los socialistas, la utopía es meta y es motor. El horizonte de la justicia por conquistar, y el acicate de la lucha por alcanzarlo. Los congresos socialistas son las citas en las que las utopías se hacen posibles. 

    Las utopías posibles

    Los socialistas de principios del siglo XX soñaron e hicieron soñar a los trabajadores españoles con la jornada de 40 horas, el descanso dominical, los seguros sociales obligatorios, el fin del trabajo infantil. Ellos y ellas lo soñaron, los congresos del PSOE lo reivindicaron y la lucha política lo hizo realidad. 

    Los congresos socialistas anticiparon el sufragio Los Congresos del PSOE tienen magia femenino en la República. Con Felipe y Alfonso, abrieron la puerta a la recuperación de la democracia, la promulgación de la Constitución y la conquista de las libertades tras la muerte del dictador. Inolvidables aquellas imágenes mágicas con Willy Brandt, Olof Palme y Bruno Kreisky alentando a la joven socialdemocracia española. Los congresos de los ochenta pusieron los cimientos de la sanidad universal, la educación para todos y las pensiones garantizadas. Esos sueños de entonces configuran hoy nuestro Estado del Bienestar.

     Los congresos de Rubalcaba y de Zapatero llevaron de lo imposible a lo posible la vuelta de las tropas de Irak, el cuarto pilar de la ayuda a la dependencia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la primera ley para proteger a las mujeres de la violencia de género… 

    Los congresos de Pedro Sánchez transformaron en verdades anticipadas la paridad en el poder para hombres y mujeres, el derecho a la muerte digna, la lucha legal contra el cambio climático, los contratos indefinidos como regla, el ingreso mínimo vital, la subida digna de las pensiones al margen del color del gobierno, la reforma del artículo 49 de la Constitución que robaba dignidad a las personas con discapacidad.

    Todos cuantos estuvimos presentes en la clausura del 40 Congreso del PSOE en Valencia supimos que la lacra de la prostitución tenía por fin los días contados, porque el secretario general del PSOE lo anunció así en el sitio y el momento en que correspondía. Porque lo que un congreso socialista anuncia, acaba convirtiéndose en la realidad de un nuevo avance, un nuevo derecho. Esa es la magia. 

    En Sevilla, también

     La cita de Sevilla será, por tanto, una nueva cita para la magia de la buena política. Esa política que transforma problemas en soluciones, necesidades en derechos, retos en oportunidades. Para otros, los congresos son simples citas para la disputa del poder. Los congresos socialistas son el Hogwarts que hace realidad la aspiración de la mayoría de los españoles para ganar derechos, libertades y justicia social. 

    El 41 congreso del PSOE se desarrollará en torno a tres ideas, al menos. Primero, la determinación de fortalecer el Gobierno progresista de Pedro Sánchez, en un contexto de desafíos formidables a escala global. La internacional ultra avanza en su campaña de bulos, irracionalidad y odio, de un modo que recuerda inquietantemente a los aciagos años treinta.

     El socialismo español se ha convertido en la referencia más relevante para las políticas progresistas en buena parte del mundo. No es una exageración. Además del PSOE, no hay una fuerza política de izquierdas en Europa que mantenga responsabilidades de gobierno con apoyos electorales por encima del 30 por ciento. 

    El gobierno de España es, además, referencia progresista de éxito, de triple éxito, podríamos decir. Éxito económico, por cuanto la economía española crece muy por encima de la media europea. Éxito social, porque bate récords de creación de empleos, de consolidación de contratos laborales, de subida del salario mínimo, de pensiones dignas, de extensión del ingreso mínimo. Y, finalmente, contra pronóstico de agoreros, éxito territorial, porque el riesgo de fractura territorial, la efervescencia independentista, era el primer problema del país en 2018, y en la actualidad es un problema razonablemente encauzado

    Sueños nuevos

    Se trata ahora de construir sueños nuevos, que se conviertan mañana en utopías posibles y acaben plasmadas en el Boletín Oficial del Estado como conquistas logradas. 

    En Sevilla tenemos que soñar con la paz. España puede ejercer un papel importante a favor de la solución pacífica de los conflictos internacionales, del respeto a la legalidad internacional, de la vigencia de las instituciones de negociación multilateral, del papel de las Naciones Unidas, del compromiso europeo para defender el Estado de Derecho y los Derechos Humanos en todo el mundo.

      En Sevilla hemos de dibujar nuevos horizontes de justicia social, porque son aún muchas las metas pendientes. El pleno empleo, la reducción de la jornada laboral, los salarios y las condiciones dignas para quienes empiezan. La accesibilidad a la vivienda frente a las dinámicas de especulación y negocio sin límite. La igualdad real para ellas, que se mantiene tan imbatible en el papel como irreal en el día a día. La fiscalidad justa, para que de verdad paguen más quienes más tienen y esconden. 

    En Sevilla estamos obligados a pensar en una modernización que aúne crecimiento y sostenibilidad, en lo social y en lo ambiental. Y un paso más en la configuración del Estado como una realidad federal, eficiente, solidaria y leal. Y una democracia que gane estabilidad y gane madurez, en su regulación, en sus instituciones, en el comportamiento de sus protagonistas.

    Un liderazgo ganado a pulso 

    A diferencia de otros espacios políticos, el socialista no se limita a ser un proyecto en torno a liderazgos personales. El partido socialista tiene siglo y medio de historia. Sus fundamentos están en sus principios, en sus programas, en su tarea política, en su ejercicio institucional, en su militancia, en sus equipos. El liderazgo es importante, pero solo un factor más coadyuvante en el cumplimiento de su misión para con la mayoría social. 

    El PSOE ha tenido grandes líderes a lo largo de la historia. Y hoy tiene un liderazgo reconocido y consolidado, dentro y fuera del PSOE, dentro y fuera de España. Un liderazgo trabajado, contrastado, merecido. En Sevilla volverá a reeditarse. Porque Pedro Sánchez es un activo para el PSOE y para el país. 

    Después llegarán los congresos territoriales, donde la magia debe repetirse, a escala distinta, pero con la misma ilusión y el mismo compromiso. ¿Un consejo? Una petición, mejor. Cuidemos del PSOE, por encima de cualquier demanda o ambición, por legítima que sea. La historia del último siglo y medio demuestra que todos los socialistas somos tarde o temprano prescindibles. Nuestro partido no lo es para la mayoría.