miércoles, 17 de octubre de 2007

LOS ÁRBOLES DE LA CALLE COVADONGA.

Que obsesión han tomado los componentes del recién llegado Equipo de Gobierno con cortar los árboles de la Calle Covadonga, antiguo Paseo de la Estación.

Hace aproximadamente un año comenzaban las obras de remodelación de la que será una futura gran avenida, la más grande de Belmez, la que acoge entre otras cosas la Escuela Politécnica, la Plaza de Toros, el estadio Juan Cortés Mora, el Colegio, la nueva Residencia de Estudiantes y Centro de Día.

El Paseo de la Estación se creó en 1883; obra de la Diputación Provincial para la que el pueblo a través del Ayuntamiento “adelantó” dinero para que se pudiese acometer en su totalidad. Por entonces, nuestros abuelos y bisabuelos plantaron 350 acacias. Árbol de crecimiento rápido, asiduo de las riberas de nuestros arroyos, de hoja caduca, lo que proporciona fresca sombra en verano y libertad para que el sol caliente las fachadas de las casas en invierno.

A lo largo de todo este tiempo, el paseo ha sufrido múltiples obras de reforma, mejora o ampliaciones que han provocado que tan sólo queden ya unas cuantas de aquellas acacias al principio de la calle y algunas otras junto a varias moreras al final de la misma.
Esta última reforma va a cambiar totalmente la fisonomía de la calle, ensanchando la calzada, haciendo accesible los acerados y cambiando su pavimento. El proyectos han sido redactado por los servicios técnicos de la Diputación y la financiación correrá a cargo del PROFEA, antiguo PER.
La primera fase, ya terminada, corresponde a la acera derecha de la calle. En este tramo no quedaba ya ninguna de los antiguos árboles, tan sólo algunas jóvenes “falsas pimientas” que estaban levantando el acerado. Se optó por arrancarlas para plantar en su lugar una fila de jóvenes naranjos. Yo hubiese plantado álamos negros, de similares características biológicas a las acacias y las moreras.
La segunda fase contempla una reducción del acerado izquierdo para ensanchar la calzada además de un cambio total del pavimento y de la iluminación. En la parte inicial de la calle, desde la esquina con la Plaza del Santo y hasta el número 15 aproximadamente siguen existiendo una decena de las antiguas acacias y varias moreras, ejemplares todos ellos de más de 100 años, plantados en la construcción de 1883.
A pesar de no interferir, ni un milímetro, en la reducción del acerado y por la importancia patrimonial, sentimental y biológica para la historia de Paseo y pese a que todos los vecinos que han vivido y seguimos viviendo allí prefieren su conservación. Por parte de los actuales dirigentes municipales, existen dudas sobre sí arrancarlas o no.
Nos consta que si en su día varios vecinos no lo hubieran solicitado verbalmente y por la petición expresa del Grupo Municipal Socialista, los árboles ya serían leña muerta.
Entre estos árboles existen un par de pinos y algunas “falsas pimientas” que sí interfieren y levantan el pavimento, árboles mucho más jóvenes que por razones técnicas podrían cortar; pero las acacias y las moreras NO.

NO hay ninguna razón para que muera parte de nuestra historia y para que nos quedemos sin su entrañable, agradable y necesaria presencia.